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martes, 16 de septiembre de 2014

VÍCTOR JARA: el poder de la palabra cantada


El cruel asesinato de Víctor Jara, ocurrido un día como hoy hace 41 años, demuestra el terror que produce el enorme poder de la palabra, la simple palabra.

Víctor Jara no hizo otra cosa que cantar, componer canciones y dirigir presentaciones teatrales y musicales. ¿Qué lo hacía peligroso a los ojos de los agentes de la represión? ¿Porqué no mereció la pena del exilio? ¿Porqué silenciarlo a través de la muerte? Por el poder de las palabras, de sus palabras.

Y es que las palabras construyen mundos. La palabra es siempre creadora. Estamos hechos de palabras. Las palabras de Víctor Jara eran potentes, valientes e incómodas, y se transportaban de una voz a otra a través de la música, de la poesía cantada.

A desalambrar, a desalambrar
que la tierra es nuestra, tuya y de aquel
de Pedro y María, de Juan y José.

La potencia de sus canciones estaba en las palabras, mucho más que en la música. ¡Qué inocente canción quedaría si usamos esta melodía para cantar cualquier otra cosa! Por ejemplo: "Vamos a bailar, vamos a bailar / que la fiesta es nuestra, tuya y de aquel / y yo bailaría siempre con usted". ¿Cómo sonaría?

Mediante sus canciones, Víctor Jara hablaba de la situación de los trabajadores más humildes, de la injusticia social, y opinaba abiertamente sobre decisiones políticas y temas contingentes, siempre cantando con su guitarra. Sus palabras eran repetidas mil y una veces en discos, en la televisión, en las peñas, en las calles, en las casas.

Palabras que le costaron la vida al cantautor, porque tenían la potencia de mil y un tanques de guerra.

Según un relato emitido en estos días por la Radio Beethoven (96.5 FM), ese mismo 11 de septiembre, poco antes de ser detenidos en la Universidad Técnica del Estado, el periodista Sergio Gutiérrez (según un relato emitido en Radio Beethoven, 96.5 FM), le dijo a Víctor Jara: "Llegó el momento de cambiar la guitarra por el fusil". Víctor respondió:

- No, compañero, yo no sé disparar. La guitarra siempre sirve, aunque sea para animar a los combatientes.

Pocos días después el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado tirado en un terreno baldío en Lo Espejo, con al menos 44 impactos de bala y sus manos destrozadas a culatazos. Él, que no sabía disparar. Solo sabía cantar con la guitarra.

Su viuda, Joan Jara, dejó testimonio de su vida en el libro Víctor Jara, un canto truncado.