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lunes, 1 de septiembre de 2014

Chimamanda Adichie, escritora nigeriana: EL RIESGO DE CONOCER SOLO UNA HISTORIA

De niña imaginaba el continente africano como una tierra salvaje, con caníbales que cocinaban exploradores en enormes ollas de barro. Un poco más tarde, África fue ante mis ojos el lugar donde los niños enflaquecían hasta solo ser un puñado de huesos, mientras las moscas se paseaban por sus caras y bocas. Debo confesar que me sorprendí cuando supe que en el "continente negro" también había grandes ciudades, universidades, empresas, cine y televisión, autos y carreteras. Es que esa parte no me la contaron. Me habían contado solo una historia, y me la habían repetido tantas veces, que la consideraba única. Una única historia.

Por eso la escritora nigeriana Chimamanda Adichie advierte los peligros de tener una única historia. La falta de relatos crea versiones incompletas del mundo, de los países, hasta de nosotros mismos. Y esto genera estereotipos que cierran nuestra mirada. La lectura de libros, de muchos libros diferentes durante la infancia y adolescencia, es lo que permite el encuentro con la pluralidad, y sortea los riesgos de contar con una única historia.

"Porque solo había leído libros donde los personajes eran extranjeros, estaba convencida que los libros, por norma, debían tener personajes extranjeros y narrar cosas con las que no me podía ver identificada en lo personal. Todo cambió cuando descubrí los libros de autores africanos [...] Gracias a autores como Chinua Achebe y Camara Laye me di cuenta que personas como yo, niñas con piel color chocolate con pelo tan rizado que no podían peinarse con colas de caballo, también podían existir en la literatura".


Chimamanda Adichie es autora de La flor púrpura (Purple Hibiscus, 2005), Medio sol amarillo (Half of a yellow sun, 2006), Algo alrededor de tu cuello (The thing about your neck, 2010) y Americanah (2013). Ha sido traducida a treinta idiomas y ha sido premiada en varias oportunidades. El peligro de una historia única (The danger of a single story) es una conferencia presentada en TED, organización sin fines de lucro que difunde ideas que vale la pena conocer.

En Chile también necesitamos más historias que circulen entre nosotros. Hay que escribir más, pero también leer más acuciosamente las que nos han dejado muchos autores, y compartirlas con los que un día recibirán nuestra herencia.

Abecedario a mano, dibujos y collages de Isol: UNA PALABRA, UN MUNDO

A de abeja, B de burro... así aprendí el abecedario, y así se enseñaba -según he podido observar- hasta hace algunos pocos años atrás. A de avión, E de estrella, repiten los pósters que venden las revistas destinadas a la educación parvularia y básica. Pero...

¿Alguien había imaginado el torrente de evocaciones que puede producir una sola letra? ¿Alguien vio que todo el lenguaje se arma con los sonidos de las letras, y que cada letra lleva en sí misma todo el lenguaje? Sí, alguien lo vio así. Es Isol, la autora argentina, ilustradora y escritora de esos libros que llaman para niños, pero que, en realidad, los podemos disfrutar a cualquier edad. Sí ella. Isol.


"Miro las letras, una a una. La letra es un sonido y un dibujo a la vez. Cuando se alinean varias en una palabra, el bosque ya no deja ver el árbol y sólo vemos la imagen que evocan, conceptos que a veces se pueden dibujar y a veces no. La escritura debe intentar decirlo todo. Entonces, sólo escribir letras sueltas es liberarnos mutuamente, ellas y yo, de cargas semánticas". Así lo explica Isol a la Galería Mar Dulce, (Palermo, Buenos Aires) donde se puede encontrar su imaginativo abecedario.

Y claro, en lugar de cerrarnos a una sola idea (O de ola, U de uva), este abecedario nos invita a abrir la mente a las ideas que se pueden construir con palabras, y también hacer el camino inverso,buscando la letra en las palabras sobre las que las ideas se asientan. Así, podemos decir T de Te lameré la cara; H de estoy de mal Humor. Etcétera. ¿Cierto que es entretenido? 



A mí me emocionan los dibujos de Isol. Veo esa soltura, esa espontaneidad, y siento que yo también puedo expresarme así con el dibujo. Me recuerda mi propia infancia, cuando recortaba y pegaba y rayaba sin limitaciones, en mi pequeña mesita que estaba puesta en un rincón del comedor. Entonces podía usar las palabras a mi manera, y salir de lo obvio, de lo preestablecido, para relatarme y representarme a mi manera.