Páginas

viernes, 22 de marzo de 2013

Libro de la semana: El lenguaje de las cosas, de María José Ferrada

"Aunque no los oigamos, las lámparas, los paraguas, los relojes, incluso los muebles de la casa tienen su lenguaje, suspiran, susurran sus anhelos..."

Así presenta la Editorial El Jinete Azul este precioso libro de poesía de la escritora María José Ferrada e ilustrado por Pep Carrió: "El lenguaje de las cosas".

Con la lectura, me sentí invitada a escuchar profundamente a los objetos de la casa, percibiendo aquello que le da sentido y existencia. Las ilustraciones también dejan espacio para el blanco, un blanco que invita a imaginar.

Si el género de este libro lleva el apellido de "infantil", es solo porque su lectura es comprensible para personas muy jóvenes. Su disfrute no tiene límite de edad.

Pueden leer este libro en el siguiente enlace: http://issuu.com/eljineteazul/docs/ellenguaje/13

Les cuento también que la autora de este libro, María José Ferrada, recibió hoy -viernes 22/03/13- el premio Poesía Para Niños, de la Editorial Kalandraka (España), por su libro "El Idioma secreto". Un reconocimiento muy merecido.




jueves, 21 de marzo de 2013

¿Qué hacer para que mi hijo lea?

Imagen


Esta es una queja que he escuchado a menudo. Me cuentan sus diarias luchas y sus fallidas estrategias para lograr que su retoño avance unas páginas en las lecturas obligatorias del colegio, y me piden que les recomiende textos para inculcar el hábito de leer. Pero sugerir títulos es como dar una receta médica: debe ser a la medida de cada uno. Si los libros son como fármacos para potenciar la inteligencia, una mala prescripción, o una sobredosis, puede ser letal. Por eso, los libros no se deben prescribir; más bien, uno debe salir a su encuentro.

En mis tiempos de niña (¡oh, tiempos gloriosos!) no nos hacían leer más de 3 libros al año en el colegio, pero tenía en mi dormitorio, desde tiempos inmemoriales, un estante con una pequeña colección de la Editorial Andrés Bello. Cuando estaba en segundo básico y ya leía con seguridad, agarré el título que más llamó mi atención: “Mujercitas”, de Louise May Alcott. Me conquistó desde su primera línea: - ¡Una Navidad sin regalos no es Navidad! - refunfuñó Jo… Fue tanto mi entusiasmo, que escribí un texto apócrifo (hoy perdido). Después quise continuar con “Hombrecitos”, pero como justo mi mamá lo estaba leyendo, agarré de nuevo “Mujercitas” para pasar el tiempo. Años después, en quinto básico, cuando tuve que dar prueba con nota de la lectura de este libro, lo había leído al menos cuatro veces.

¿Por qué tanto entusiasmo por Mujercitas? Bueno, yo era una niñita que dibujaba igual que Amy, que estaba leyendo igual que Jo, que gozaba escuchando las conversaciones de las cuatro hermanas, que participaba en sus juegos y en sus conflictos, y podía ser una más entre ellas. La magia del libro operó conmigo, porque de alguna forma, era el libro que yo estaba esperando.

No a todos les gusta “Mujercitas”, pero eso no significa que la magia no pueda operar. Pasó con don Luis: él es un hombre rudo, que no terminó el colegio, y que desde niño trabaja la tierra con sus manos. A sus cincuenta y tantos años, su mayor entretención es seguir las carreras de caballos por radio o por TV cable. Ama los caballos. Tanto, que quedó prendado con la portada del libro que estaba leyendo su hijo -un profesional ya titulado-, por la ilustración de dos hermosos fina sangre en pleno galope. Se trataba de “La muerte juega a ganador”, de Ramón Díaz Eterovic, cuyo relato recorre caballerizas, hipódromos y apuestas, con el fin de dilucidar la extraña muerte de un jinete. Antes, don Luis había leído “Azabache”, de Anna Sewell, y “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez. Ahora, con “La muerte juega a ganador”, don Luis volvió a ser un entusiasta lector.

No es extraño que una persona sin hábitos de lectura pueda sentirse fascinada por un libro. A todos nos sucedió alguna vez, la primera vez. Y es que los libros no son solo una sucesión de letras, sino que mundos, universos que se arman en la mente del lector que recoge un contenido y lo pasea por su mente. Pero uno no viaja con cualquier texto: así como don Luis agarró vuelo con los temas ecuestres, otros lo harán con el fútbol, la aviación, la moda a través del tiempo, los ovnis o los cupcakes. Para cada tema hay un cuento, una novela o una enciclopedia, y para cada texto, un lector.

Si los padres quieren que sus hijos lean, no pueden limitarse a la lista de libros “estándar” que entregan en el colegio. Primero piensen: ¿Qué temas de verdad motivan a mi hijo/a? Encontrada la respuesta, busquen, pero busquen con ganas, sin quejarse del tiempo ni del espacio. No se limiten a los libros: las revistas, los folletos y hasta los papeles sueltos también operan la magia. Y no obliguen al niño a leer. Los textos tienen que estar ahí, guiñándole el ojo. El futuro lector sabrá cuándo concertar un encuentro.

Un botón de muestra que de todo hay en la viña de los libros:
Para adolescentes futboleros:

“Anecdotario del fútbol chileno”, Juan Cristóbal Guarello, Ediciones B.

http://www.feriachilenadellibro.cl/index.php/anecdotario-del-futbol-chileno.html


“Atlas ilustrado del fútbol”, varios autores, Editorial Susaeta

http://www.antartica.cl/antartica/servlet/LibroServlet?action=fichaLibro&id_libro=131298

Niños pegados a los videojuegos:

“1001 videojuegos a los que hay jugar antes de morir”, Tony Mott.

http://www.feriachilenadellibro.cl/index.php/1001-videojuegos-a-los-que-hay-jugar-antes-de-morir.html


Nota: No tienes porqué comprar los libros que yo recomiendo. Son solo un ejemplo. Busca, busca, busca. Tu instinto te guiará. Y si tu hijo le tira el libro por la cabeza, no te preocupes. El libro que no le gustó a los 8 años podría ser su favorito a los 12.

Por último, tips para empezar a leer con niños pequeños:
http://www.colorincolorado.org/familias/hogar/divertidas/